Al fin y al cabo, la vida rural simpre ha presentado un conjunto único de desafíos para sus residentes (y para los académicos). A menudo ignorados a favor de sus hermanos urbanos, las comunidades rurales han luchado con la desigualidad, accessibilidad y pobreza en la búsqueda de la salud individual y pública.
La crisis actual del COVID-19 no solo ha enfatizado la importancia de la intervención al nivel comunitario, sino también el gran problema que ha sido, durante mucho tiempo, la falta de acceso económico a la asistencia médica -- tanto para la salud física como mental -- para las poblaciones rurales, especialmente los grupo marginados.
Lo que se ha hecho claro es lo importante que es el análisis de las experiencias rurales para entender nuestro pasado y visualizar nuestro futuro. Durante el siglo 20, había un cambio evidente tanto en lo que se consideraba una crisis de la sanidad pública como quién era responsible de abordarla. Cuando las comunidades aunan esfuerzos para abordar estos desafíos, a menudo tienen éxito en manejar el problema. Alternativamente cuando los residentes rurales eran abandonados a su suerte -- en momentos que reflejaban una ideología de anteponer la salud individual y la salud colectiva -- estas crisis solían empeorarse mucho.
La tensión entre el deber individual y el deber colectivo, entre quien merece ayuda y qué nos debemos los unos a los otros, todavía existe hoy. Quizás por mirar hacia atrás, podamos resolver esta tensión mejor hoy en día.